Un equipo internacional con participación del grupo de Enfermedad Vascular Cerebral del IIB Sant Pau y liderado por investigadores del ICFO ha realizado un análisis combinado de tres estudios, sobre el flujo sanguíneo cerebral en pacientes con enfermedad cerebrovascular. El análisis concluye que las variaciones del flujo sanguíneo cerebral observados al cambiar de postura a los pacientes en la cama podrían indicar errores en la respuesta de autorregulación cerebral.
El ictus isquémico y la autorregulación cerebral
Aproximadamente un 80% de los ictus que se producen son de tipo isquémico. El ictus isquémico es un accidente cerebrovascular provocado por un estrechamiento u obstrucción de las arterias que conducen la sangre al cerebro. Este estrechamiento u obstrucción causa una reducción grave del flujo sanguíneo llamada isquemia, que puede resultar en la muerte del tejido cerebral.
La autorregulación cerebral es un proceso biológico que permite el abastecimiento de sangre al cerebro incluso en situaciones de cambios de presión, como por ejemplo durante la administración de fármacos hipotensores tras una lesión. Actúa como herramienta de protección neuronal para evitar daños en el cerebro. Aunque se han encontrado muchos procesos involucrados en la autorregulación cerebral, no se conoce con certeza cuál es el mecanismo exacto que controla esta respuesta.
Durante las etapas tempranas del ictus, los médicos varían la inclinación de los cabezales de la cama de los pacientes para mejorar la perfusión del flujo sanguíneo al cerebro. Esta técnica, que es no invasiva y no requiere de la cooperación del paciente, permite además estudiar cómo varia la respuesta cerebral y evaluar los mecanismos de autorregulación cerebral.
Algunos estudios previos han señalado que alrededor del 25% de los pacientes de ictus isquémico responde a los cambios posturales de manera paradójica. En algunos de estos pacientes, tras elevar el cabezal desde una posición plana hasta cierto grado de inclinación, el flujo de sangre al cerebro no retorna a los niveles iniciales.
Los investigadores Clara Gregori, Igor Blanco, Peyman Zirak, Lisa Kobayashi, Stella Avtzi, Federica Maruccia, Giacomo Giacalone, liderados por el Profesor ICREA en ICFO Turgut Durduran, han trabajado en colaboración con investigadores del grupo de Enfermedad Vascular Cerebral del IIB Sant Pau, formado por los neurólogos del Hospital de Sant Pau, Pol Camps-Renom, Joan Martí-Fàbregas, Luís Prats-Sánchez y Alejandro Martínez-Domeño, liderados por Raquel Delgado-Mederos para investigar cuál es la relación entre estos cambios del flujo sanguíneo y la presión arterial, que es uno de sus principales motores. El estudio resultante, publicado en la revista BMC Neurology, incluye también investigadores de la Universidad de Pensilvania, el Hospital General de Massachusetts, la Universidad de Campinas, y la Universidad de Washington St. Louis.
Metaanálisis de setenta y dos pacientes
Para poder analizar la cuestión, el equipo de investigadores juntó datos del flujo sanguíneo cerebral provenientes de tres estudios distintos, realizados en Estados Unidos y España, entre 2005 y 2017.
Los datos de estos estudios, realizados en setenta y dos pacientes que habían sufrido un accidente cerebrovascular, se obtuvieron a través de técnicas de espectroscopia de correlación difusa (DCS). Los investigadores midieron los cambios en el flujo sanguíneo cerebral en respuesta a un protocolo concreto de manipulación de la posición de los pacientes en la cama, en tres subgrupos de estudio; individuos sanos, pacientes con estenosis carotídea – estrechamiento de la arteria carótida – y pacientes de ictus isquémico agudo.
El protocolo analizado, llamado HOB por las siglas en inglés de head-of-bed, consistía en colocar los pacientes en posición supina – tumbados boca arriba -, elevar el cabezal hasta un ángulo de 30º, y finalmente devolverlos a la posición inicial, manteniendo cada postura durante cinco minutos. Durante este proceso, los investigadores monitorizaban el flujo sanguíneo cerebral y la presión arterial, para detectar cualquier cambio.
Movilizar pacientes induce cambios en el flujo sanguíneo cerebral
Los datos analizados muestran que, en pacientes sanos, el flujo sanguíneo cerebral disminuye cuando pasan de estar tumbados a una postura elevada, y luego aumenta hasta los niveles iniciales al ser tumbados de nuevo. En cambio, en los pacientes de ictus isquémico y estenosis carótida, ni el flujo sanguíneo cerebral ni la presión arterial retornan hasta los valores observados inicialmente.
También se ha observado que, durante las 48h posteriores al ictus, el flujo sanguíneo cerebral de estos pacientes está correlacionado con la presión arterial media, únicamente en el hemisferio del cerebro que ha sufrido la lesión. Estas dos observaciones sugieren que la variación del flujo sanguíneo a los cambios de postura puede utilizarse para identificar errores en la respuesta de autorregulación cerebral.
Ayudar a la mejora del manejo de los pacientes con ictus
La movilización de los pacientes que han padecido un ictus isquémico ha demostrado favorecer su recuperación motora. Pero los datos aportados por este análisis podrían sugerir que movilizar a los pacientes durante las primeras horas posteriores al ictus puede afectar a la perfusión del flujo sanguíneo cerebral.
Para ayudar a esclarecer cuál es el rol de la autorregulación cerebral y aportar más información que ayude a mejorar el manejo clínico de los pacientes, el equipo de investigadores del ICFO y el Hospital de Sant Pau e IIB- Sant Pau llevarán a cabo conjuntamente un ensayo clínico en 200 individuos que han sufrido ictus isquémico.
Artículo de referencia: Gregori-Pla et al. Blood flow response to orthostatic challenge identifies signatures of the failure of static cerebral autoregulation in patients with cerebrovascular disease. BMC Neurology (2021) 21:154. https://doi.org/10.1186/s12883-021-02179-8