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31/07/2024

Farmacia de Sant Pau pone en marcha un proyecto para fomentar un correcto reciclaje de los inhaladores

Si el sistema sanitario fuera un país, sería el quinto más contaminante del mundo en términos de calentamiento global. Además, entre un 25% y un 50% de la huella de carbono que produce corresponde a los medicamentos, siendo los inhaladores presurizados uno de los que mayor impacto tienen en el medio ambiente. Con el objetivo de concienciar a los pacientes sobre la importancia de reciclarlos correctamente en el Punto SIGRE de las oficinas de farmacia, el Hospital de Sant Pau y el Instituto de Investigación Sant Pau (IR Sant Pau) han puesto en marcha el proyecto multicéntrico GIMAFH, en el que participan otros 42 hospitales de toda España con el apoyo de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH). De hecho, si el reciclaje de los inhaladores se realizara correctamente, los expertos calculan que se podrían evitar más de 100,000 toneladas anuales de emisiones de CO₂ a la atmósfera.

Los inhaladores, de los que cada año se comercializan 15 millones de unidades en España, son uno de los dispositivos sanitarios que más contaminan, sobre todo porque contienen unos gases llamados hidrofluoroalcanos que tienen una potencia entre 1,300 y 3,500 veces superior al CO₂ y que contribuyen al efecto invernadero: el uso de cada inhalador equivale a 300 kilómetros de emisiones de CO₂ de un coche. Además, también tienen otros componentes, como plástico, metal, cartón y papel que también deben reciclarse correctamente en el punto SIGRE, donde desde allí se enviarán a la planta de tratamiento de envases y residuos de medicamentos, se clasificarán y recibirán el tratamiento más adecuado en cada caso.

«Muchas veces, principalmente por desconocimiento, los inhaladores se tiran directamente a la basura o al contenedor amarillo, pero sus componentes requieren un tratamiento específico para evitar el daño al medio ambiente», explica Noé Garin, investigador del grupo de investigación en Farmacia del IR Sant Pau y adjunto del Servicio de Farmacia del Hospital de Sant Pau. A pesar del gran impacto que tienen los inhaladores, «son medicamentos broncodilatadores imprescindibles para tratar enfermedades respiratorias como el asma o la EPOC y no podemos dejar de administrarlos a los pacientes. Ante esta situación, nos planteamos qué podíamos hacer como profesionales sanitarios y como Hospital, y precisamente este ha sido el punto de partida del proyecto GIMAFH».

Un proyecto en dos fases: la primera de investigación y la segunda educativa.

El proyecto GIMAFH, liderado por Sant Pau, se lleva a cabo con la participación de 42 hospitales de toda España y con el apoyo de la SEFH. Su primer objetivo es «saber cuál es el grado de concienciación de los pacientes que van al hospital a recoger su medicación sobre el impacto medioambiental de los inhaladores presurizados y también saber qué manejo hacen de estos residuos una vez el tratamiento ha terminado, ha caducado o si su médico le ha modificado la prescripción y ya no lo utilizará. Esto lo hacemos con una breve encuesta que, además, nos permitirá saber si hay determinados factores personales que influyen en esta mayor o menor concienciación: edad, sexo, estado de salud…».

En esta fase también se facilita al paciente una infografía explicativa de las diferentes partes y componentes del inhalador, con datos que ejemplifican su impacto en el medio ambiente, «como por ejemplo que si su inhalador fuera un coche emitiría 30 kg de CO₂, equivalentes a 300 km de emisiones del coche», y la información de que deben llevarlos siempre al punto SIGRE de su oficina de farmacia para reciclarlos y minimizar su impacto en el medio ambiente. «Se trata de empoderar a los pacientes en este sentido», afirma Noé Garin.

En una segunda fase del proyecto GIMAFH, que se lleva a cabo tres meses después de la primera, se vuelve a contactar con los pacientes para saber si la información facilitada inicialmente se ha traducido en una mejor concienciación sobre el medio ambiente y también sobre el manejo y reciclaje de los inhaladores. Estos datos estarán disponibles hacia finales de año.

Aunque la primera fase del proyecto GIMAFH se ha llevado a cabo en unos 400 pacientes con asma, «la idea es extenderlo a otras enfermedades respiratorias donde también se prescriben inhaladores presurizados, como por ejemplo la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y también a pacientes no solo adultos, sino también a niños…», explica Noé Garin.

Otro objetivo de futuro es que la infografía informativa «esté disponible para todos los hospitales de España —tanto para los que han participado en el proyecto como para el resto— para Atención Primaria y para diversos perfiles de profesionales: médicos, enfermería, farmacéuticos… porque entre todos podemos llevar a cabo un manejo y reciclaje correcto de estos residuos».

Otro paso, ya más adelante y relacionado con estos objetivos de reducir el impacto medioambiental de los inhaladores, sería trabajar en un «proyecto de ‘prescripción verde’ de estos dispositivos, es decir, ver si es posible optar por otro tipo de inhaladores que no sean los presurizados en función de las necesidades y características de cada paciente», concluye Noé Garin.

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